La primera noticia me llegó a través de la cuenta de Twitter de
Simone Sandri: había acuerdo y la NBA llegará a nuestros hogares por Navidad. Atrás quedan 149 días de pesadilla para muchos aficionados y para los bolsillos de los invitados a esta fiesta.
El anuncio por parte del comisionado Stern tuvo lugar a las 3:30, hora de Nueva York (al parecer no había otras cosas que hacer a esas horas un viernes por la noche en la Gran Manzana).
No obstante...
hay que esperar a la redacción y ratificación del acuerdo -en palabras de David Stern, se ha llegado a un
tentative understanding-; para ello, los jugadores tendrán que volver a crear su sindicato. Además, las partes deben seguir negociando cláusulas del convenio como: la edad mínima para poder presentarse al
Draft, los controles antidopaje (como la NBA se ponga muy estricta con este tema a más de uno le pueden entrar todos los males) o las cantidades que se asignen a la NBA D-League. En todo caso, como primer paso, las partes han procedido a retirar las demandas presentadas.
Sería extraño que durante ese periodo, que parece que puede superar la semana, no nos lleguen noticias sobre algún problema. En todo caso, a las alturas del partido a las que estamos parece que ya no le interesa a nadie el volver a las andadas.
Los
puntos más importantes del nuevo convenio laboral serían los siguientes:
- En cuanto al reparto de los "ingresos relacionados con el baloncesto" (BRI, por sus siglas en inglés), es decir la madre del cordero, la cosa parece haber quedado donde querían los propietarios, en el 50% (en el anterior CBA los jugadores recibían el 57%).
- Se ha creado una
excepción de nivel medio de 2,5 millones de dólares y dos años de duración para los equipos que paguen el
impuesto de lujo y nuevos límites para realizar operaciones de
sign and trade para los equipos que paguen el impuesto de lujo.
- La escala de sueldos para los
rookies y el salario mínimo de los veteranos se mantendrán como hasta ahora (los propietarios querían reducirlos en un 12%).
- El convenio tendrá una duración de diez años con la opción por ambas partes de renunciar al sexto (los propietarios querían diez años sin opción).
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