Su padre, Stan Love, fue jugador de los Lakers y de los Bullets a comienzos de los setenta. Su tío Mike se dedicó a la música y alcanzó el éxito con los Beach Boys. Nuestro protagonista es una de las mayores sensaciones de la temporada del baloncesto universitario. Kevin Love, jugador de primer año de UCLA, es el líder de su equipo y objeto de la atención de los medios de comunicación. En realidad, no se trata de ninguna sorpresa porque su carrera en high school ya auguraba su éxito.
Además de tener cuerpo NBA, Love domina los fundamentos del juego. Desde que comenzase a jugar
a esto del baloncesto ha dedicado su tiempo libre a perfeccionar su juego para convertirse en un jugador completo. A pesar de jugar de cinco, su técnica le permite jugarse triples cuando la ocasión lo requiere, pasar la pelota al jugador mejor situado o situarse en la mejor posición para conseguir el rebote.
Pero, como cualquier hijo de vecino, Kevin Love también tiene sus puntos débiles. La rapidez de movimientos o la explosividad no son su fuerte y pueden comprometer el éxito de una futura carrera en la NBA, en la que muchas veces la potencia física se impone sobre la excelencia técnica. Demasiado lento para seguir a su defensor en una liga en la que, teóricamente, no tiene el refugio de la zona, y no demasiado potente para una competición en la que los segundos esfuerzos y las bestias de gimnasio están a la orden del día. El tiempo dirá.
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