Parece que lo de los vicios arbitrales no tiene fronteras y para muestra lo de ayer en el Indiana-Cavaliers. Un episodio de los que dan ganas de llorar.
Con menos de un segundo para el final se pita una falta personal sobre Lebron James -apenas le rozaron- y los dos tiros libres convertidos por El Rey empatan el partido. Prórroga... ¡no! Todavía se puede hacer el más difícil todavía.
Los Pacers intentan una jugada a la desperada y el pase que espera ser palmeado es rechazado por Lebron. Falta. El contacto esta vez ya no llega al roce... Pero después de la cagada de la primera falta... La jugada es prácticamente igual a la primera y como consecuencia los árbitros deciden aplicar la ley de la confirmación.
Al final, tiros libres y los Pacers se llevan el gato al agua.
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