Ignacio López Calvo
Anoche Kobe Bryant metió 61 puntos en el Madison Square Garden de Nueva York. Probablemente, tenía en mente a Michael Jordan, quien solía reservarse sus actuaciones más brillantes para su visita a la Gran Manzana. Tras el partido, los medios de comunicación felicitaron a Bryant y mencionaron su buena forma, pero la victoria de los Lakers también se puede interpretar de otra forma: con la lesión de Bynum, Kobe ha encontrado la excusa que necesitaba para volver a las andadas. Ahora volverá a chupárselas todas y buscará el título de máximo anotador del torneo y el de MVP, en lugar de ganar el anillo.
El partido de ayer recuerda al Kobe y los Lakers de hace dos temporadas, donde la estrella se ponía su capa de superman, mientras sus compañeros servían para coger rebotes, defender, sacar de banda y hacer de espectadores o darle palmaditas cuando se pegaba un mate. Mala señal; o Phil Jackson lo pone en su sitio o los Lakers van a empezar a perder partido tras partido ya mismo. Y es que además, antes tenía excusas porque estaba en un equipo lamentable, pero ayer Gasol, por ejemplo, metió 31 puntos (12 de 17) y cogió 14 rebotes. Todo el mundo sabe que ahora tiene un buen equipo con gente que también sabe meter canastas, como Odom, Vujacic, Fish, Farmar, Ariza y compañía.
Ayer Kobe se olvidó de algo que llevaba temporada y media haciendo bastante bien: dar asistencias y robar balones. O entierra su ego o esta temporada será un fracaso. Esperemos que este partido haya sido una excepción, un baño de gloria que necesita su enorme ego de vez en cuando, y que se acuerde de que por lo menos otro de sus compañeros también participará en el partido de las estrellas el día 14, aunque haya tenido que esperar a la decisión de los técnicos para ello.
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