Artículo de Ignacio López Calvo
De manera sumamente atípica, en las entrevistas después del segundo partido Gasol comentó que sí, que había sido una pena, y que le gustaría empezar a recibir más balones dentro. El comentario sorprendió a propios y extraños, incluido a mí. Primeramente, aquí hay un refrán que dice que cuando algo no está estropeado, no hay que intentar arreglarlo; los Lakers tienen el segundo mejor récord de la liga, después de los Cleveland Cavaliers de LeBron James, y nadie quiere oír quejas que suenen a los pucheros que hacía en su tiempo Shaquille O’Neal con los mismos rollos. Es la NBA y aquí todo el mundo (quitando cuatro o cinco como Gasol) piensa en sus propios porcentajes y en algún mate espectacular que pueda abrir la posibilidad a un contrato con Nike, más que en ganar partidos o títulos.
Es cierto que jugando de pívot, si los bases y aleros no te pasan el balón, no hay nada que hacer. No obstante, Andrew Bynum, el compañero de Gasol, nunca tiene ese problema. Cuando le pasan el balón, se la juega porque no hay tiro que le parezca demasiado difícil ni arriesgado. Segundo, pide constantemente que le pasen el balón, tanto con las manos como con su lenguaje corporal. No estoy sugiriendo que sea esto lo que tiene que hacer Pau; no es ese tipo de jugador. Lo que digo es que en el segundo tiempo de estos dos partidos, sí le pasaron de vez en cuando el balón a Pau y, aunque no hay duda de que estaba en racha y se deberían haber contado más con él en ataque, una y otra vez se optó por pasárselo a otros compañeros que a veces no estaban en tan buena posición. Así que luego que no se queje…
En mi modesta opinión, tiene que dejar de ser tan generoso en la cancha y sobre todo olvidarse de volver a lloriquearle a la prensa, cosa que no le apetece volver a oír a ningún aficionado de los Lakers ni mucho menos al chupón de Kobe Bryant (por cierto, ¿no había oído hablar de él Gasol antes de fichar por los Lakers?). Cuando juzgue que está en racha o que no les están pasando el balón lo suficiente, lo que debe hacer es exigir con su lenguaje corporal que se le pasen el balón y jugárselo sin contemplaciones. Si no entran, ahí está el Zen Master, su entrenador, para sentarlo en el banquillo.
En cualquier caso, sigo con la corazonada de que los Lakers ganarán el título este año, venciendo en 5 ó 6 partidos a los Spurs, y yendo a la final contra LeBron James y sus Cavaliers, quienes probablemente derrotarán a los Orlando Magic de Howard o a los muy lesionados Celtics.
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