Puede que no podamos empezarnos a tomar a Blake Griffin en serio hasta que juegue para un equipo con aspiraciones al título de la NBA; puede que ni siquiera esté destinado a ser un grande; puede que las lesiones vuelvan a cruzarse en su camino o que no pueda mantener el nivel físico que es su marca personal pero, mientras tanto... ¡disfrutemos de la bestia!
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