Acabo de ver Linsanity en Netflix y lo primero que hago después de hacerlo es ponerme a escribir estas líneas. Busco «Jeremy Lin» en Google News y me encuentro con que Lin puede volver a Nueva York. Las segundas partes —El Padrino II— a veces son buenas.
Este documental no nos descubre nada nuevo sobre la figura del todavía base de los Houston Rocket pero está claro que la de hace dos años quedará como una de las grandes historias de la NBA —récords aparte— y uno de los grandes ejemplos de superación del deporte profesional al más alto nivel.
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