Y parece que fue ayer...
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05 mayo 2008
05 febrero 2007
El gusto pucelano por el riesgo
Algún día tenía que tocar hablar sobre los equipos pequeños, aunque sea de los equipos pequeños entre los más grandes. Cuando la fiesta de mitad de temporada, la Copa del Rey, está a punto de celebrarse, en la parte baja de la clasificación de la liga ACB se acortan las diferencias. El C.B. Valladolid, tras la victoria del sábado ante el Estudiantes, ha dejado al Vive Menorca (otro equipo que, como el de Valladolid, cambió de entrenador buscando salir del pozo) solo en el fondo de la clasificación, y los pucelanos tienen ya a tiro de piedra al Bruesa que, después de ser objeto de alabanzas durante toda la temporada, empieza a ver cada vez más cerca el abismo que hay detrás. Un escalón más arriba, el Estudiantes debería empezar a aplicarse aquello de la ley de Murphy, lo de la tostada y la mantequilla.
El C.B. Valladolid –o sea, el Fórum Filatélico de toda la vida– es uno de los históricos de la liga ACB. Desde que la Primera División pasó a llamarse ACB el equipo morado no ha dejado de jugar ni un solo año la máxima competición nacional. De la mano del presidente Gonzalo Gonzalo, por las canchas de Valladolid se disfrutaron muchos años de buen baloncesto, años cuajados de nombres míticos: Carmelo Cabrera, Nate Davis, Samuel Puente, Trumbo, Singleton, Lalo García... hasta llegar a Sabonis. La estancia de uno de los mejores pivotes –el mejor de los cojos– de la historia del baloncesto mundial marcó el cenit del baloncesto vallisoletano. Fueron tres años en los que cada fin de semana Sabas daba su clase magistral sobre la cancha. Cuando el zar lituano instaló sus reales en Madrid se auguraron malos tiempos en el pabellón Pisuerga. Los parches económicos los fue poniendo el patrocinador vitalicio del club, Fórum Filatélico, hasta que la intervención judicial de la empresa "de los valores tangibles" dejó, por enésima vez, a la entidad pinciana al borde del abismo de la desaparición (salvada en el último momento por otra, de las cada vez más habituales en el deporte, empresa del ladrillo).
Lo bueno del Fórum, perdón, del Grupo Capitol es que está acostumbrado, año tras año, a las emociones fuertes y eso, se supone, es una garantía de saber cómo afrontar los partidos decisivos; lo malo es que en el refranero castellano tenemos aquello de lo del cántaro y la fuente. El Valladolid es especialista en recomponer, a mitad de temporada y a base de talonario, el equipo; lo que cabe preguntarse es por qué no se hacen los desembolsos en verano, que es cuando toca. Claro que mientras la táctica dé buen resultado... El partido del sábado ante Estudiantes dejó la sensación de que Imbroda ha recuperado para la causa a Iván Corrales, el eterno rebelde, uno de esos jugadores de carácter que hay que tener al lado en los momentos delicados. Y mientras por Castilla andan en esas, el próximo fin de semana nos llega la Copa del Rey, con un favorito y muchos outsiders.
Artículo publicado en Libertad Digital (04/02/2007)
11 noviembre 2006
23 octubre 2006
Baloncesto blanco, pasado negro
artículo publicado en Libertad Digital (22 de octubre de 2006)
En el año en que se conmemora el 75º aniversario de la sección de baloncesto del Real Madrid (¿Se habían enterado de la efeméride? ¿Han visto el programa de festejos?), el equipo blanco continúa imbatido en sus encuentros oficiales tras una pretemporada igualmente inmaculada. La pretensión de esta temporada, como la de casi todas últimamente, es la de olvidar una temporada sin títulos. Desde que Fernando Martín hiciera las Américas en 1986, convirtiéndose en el primer español en jugar en la NBA, la sección de baloncesto del Real Madrid ha sido campeona de la liga ACB en sólo cuatro ocasiones: dos liderada por Arvidas Sabonis, una en el Palau con Scariolo al mando de la nave y la última con un triple de "San" Alberto Herreros casi sobre la bocina final. El zar lituano lideró también la conquista, en 1997, del título de mejor equipo de Europa. El palmarés se completa con un par de victorias en la Copa del Rey y unas cuantas competiciones europeas de segundo nivel. Muy poco para un equipo respaldado siempre con un gran presupuesto y con la aureola de equipo más laureado del baloncesto FIBA.
Los nada brillantes resultados se han debido a múltiples factores. El más evidente, sin duda, ha sido el incremento de la competencia entre clubes a nivel doméstico e internacional. Pero a nivel interno la falta de una dirección única y estable y la inexistencia de una estructura de club como la que tienen casi todos los equipos ACB han marcado el devenir merengue. Esas carencias se han traducido, de cara al aficionado, en un continuo baile de rostros de directivos profesionales, de entrenadores y no digamos ya de jugadores. Los distintos presidentes de la entidad han visto el baloncesto como un mal necesario, un problema a sortear. Antes las victorias blancas en el basket podían suponer un bálsamo con el que sobrellevar una mala temporada futbolera. Ahora el equipo de baloncesto es otro quebradero de cabeza más. En cada elección presidencial los candidatos lanzan propuestas "para relanzar" la sección, pero los vencedores, una vez instalados en la poltrona, pasan el balón naranja al primero que se descuida. ¿Para cuándo el pabellón madridista? ¿La recalificación de la Ciudad Deportiva no afectó también al Raimundo Saporta?
Ante la falta de ideas y la incapacidad para estructurar la sección el recurso siempre fue poner un montón de billetes ante la figura de turno. Pagaba el fútbol. Esa solución ya dejó de funcionar hace tiempo ante la superioridad económica de muchos clubes europeos. El Madrid muy pocas veces consigue vencer en una puja por un jugador; todos los veranos tenemos unos cuantos ejemplos. Ni siquiera se consigue atraer a los mejores entrenadores porque en el banquillo de Vistalegre las Fallas se celebran cada junio. Este año se ha tenido que confiar -parece que no quedaba otra opción- en un entrenador sin caché. Un director de orquesta que se ha ganado ya el puesto, que está haciendo jugar al equipo, que está repartiendo las responsabilidades y los minutos de juego entre sus pupilos. Veremos si el crédito que se ha ganado Joan Plaza le dura más que a sus predecesores y esperemos que a los primeros reveses no se ponga en solfa su capacidad. Otra agradable sorpresa la ha supuesto el fichaje –no sabemos si buscado o impuesto por las obligadas cuotas– de Raúl López y Alex Mumbrú. Dos jugadores con pasado blanco con los que la afición se puede identificar fácilmente. Antonio Martín y Alberto Herreros tienen trabajo por delante para volver a situar, con visos de permanencia, al Real Madrid en los primeros puestos del baloncesto continental ¿Liderará el Madrid, como lo hizo con Saporta, el cambio necesario que necesita el basket europeo? Primero hay que hacer los deberes en casa.
En el año en que se conmemora el 75º aniversario de la sección de baloncesto del Real Madrid (¿Se habían enterado de la efeméride? ¿Han visto el programa de festejos?), el equipo blanco continúa imbatido en sus encuentros oficiales tras una pretemporada igualmente inmaculada. La pretensión de esta temporada, como la de casi todas últimamente, es la de olvidar una temporada sin títulos. Desde que Fernando Martín hiciera las Américas en 1986, convirtiéndose en el primer español en jugar en la NBA, la sección de baloncesto del Real Madrid ha sido campeona de la liga ACB en sólo cuatro ocasiones: dos liderada por Arvidas Sabonis, una en el Palau con Scariolo al mando de la nave y la última con un triple de "San" Alberto Herreros casi sobre la bocina final. El zar lituano lideró también la conquista, en 1997, del título de mejor equipo de Europa. El palmarés se completa con un par de victorias en la Copa del Rey y unas cuantas competiciones europeas de segundo nivel. Muy poco para un equipo respaldado siempre con un gran presupuesto y con la aureola de equipo más laureado del baloncesto FIBA.
Los nada brillantes resultados se han debido a múltiples factores. El más evidente, sin duda, ha sido el incremento de la competencia entre clubes a nivel doméstico e internacional. Pero a nivel interno la falta de una dirección única y estable y la inexistencia de una estructura de club como la que tienen casi todos los equipos ACB han marcado el devenir merengue. Esas carencias se han traducido, de cara al aficionado, en un continuo baile de rostros de directivos profesionales, de entrenadores y no digamos ya de jugadores. Los distintos presidentes de la entidad han visto el baloncesto como un mal necesario, un problema a sortear. Antes las victorias blancas en el basket podían suponer un bálsamo con el que sobrellevar una mala temporada futbolera. Ahora el equipo de baloncesto es otro quebradero de cabeza más. En cada elección presidencial los candidatos lanzan propuestas "para relanzar" la sección, pero los vencedores, una vez instalados en la poltrona, pasan el balón naranja al primero que se descuida. ¿Para cuándo el pabellón madridista? ¿La recalificación de la Ciudad Deportiva no afectó también al Raimundo Saporta?
Ante la falta de ideas y la incapacidad para estructurar la sección el recurso siempre fue poner un montón de billetes ante la figura de turno. Pagaba el fútbol. Esa solución ya dejó de funcionar hace tiempo ante la superioridad económica de muchos clubes europeos. El Madrid muy pocas veces consigue vencer en una puja por un jugador; todos los veranos tenemos unos cuantos ejemplos. Ni siquiera se consigue atraer a los mejores entrenadores porque en el banquillo de Vistalegre las Fallas se celebran cada junio. Este año se ha tenido que confiar -parece que no quedaba otra opción- en un entrenador sin caché. Un director de orquesta que se ha ganado ya el puesto, que está haciendo jugar al equipo, que está repartiendo las responsabilidades y los minutos de juego entre sus pupilos. Veremos si el crédito que se ha ganado Joan Plaza le dura más que a sus predecesores y esperemos que a los primeros reveses no se ponga en solfa su capacidad. Otra agradable sorpresa la ha supuesto el fichaje –no sabemos si buscado o impuesto por las obligadas cuotas– de Raúl López y Alex Mumbrú. Dos jugadores con pasado blanco con los que la afición se puede identificar fácilmente. Antonio Martín y Alberto Herreros tienen trabajo por delante para volver a situar, con visos de permanencia, al Real Madrid en los primeros puestos del baloncesto continental ¿Liderará el Madrid, como lo hizo con Saporta, el cambio necesario que necesita el basket europeo? Primero hay que hacer los deberes en casa.
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