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05 diciembre 2014
24 octubre 2010
La senda de los valientes (Juan Francisco Escudero)
La senda de los valientes es la biografía deportiva de Fernando Martín, el primer español que jugó en la NBA y uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto español.
Para aquellos que se aficionaron al baloncesto alrededor de la época en la que nació la ACB —hace ya casi 30 años de aquello— este libro no sólo traerá memorias de las grandes batallas de Martín contra Audie Norris, de sus partidos defendiendo la camiseta de la selección española o de sus aventuras americanas —no olvidemos el verano en el que estuvo a punto de firmar con los Nets— sino que también recordarán grandes nombres de otro baloncesto, jugadores y entrenadores que pusieron al baloncesto a un nivel que pocas veces más a ocupado después de aquel boom de los ochenta.
15 febrero 2009
¿Fernando Martín o Ricky Martin?
Ignacio López Calvo
Viendo la excelente actuación de Rudy Fernández en el partido de los novatos, se me ocurrió lo siguiente: se ha equivocado de competición; tenía que haber estado en el concurso de triples.
Como él mismo ha comentado después del concurso, el voto estaba ya decidido. Todo el mundo quería ver al pequeñín de 1:75m., Nate Robinson, contra el gigante Howard, los dos últimos campeones del concurso. De hecho, el comentarista, entre varias otras meteduras de pata, dijo que más le valía a Rudy Fernández hacer algo totalmente espectacular porque nadie sabía quién era y nadie le iba a votar. Inmediatamente, el otro comentarista le corrigió: bueno, pues Howard sí sabe quién es por el mate en su cara en la final de las Olimpiadas.
Para seguir en su tónica de bocazas, el susodicho comentarista, ni corto ni perezoso, espetó algo así como “¡qué lento sale a la cancha Rudy! Debe de ir al ritmo de su país”, a lo que el otro volvió a replicar: “¡Vaya, parece que has conseguido insultar a todo un país!”. Seguimos: se quita la camiseta Rudy para homenajear al fallecido Fernando Martín y el gracioso del comentarista, en vez de informarse (como lo hizo el otro), salta: “Y eso, ¿por quién va? ¿Por Ricky Martin?” Ya empezaba yo a estar un pelín quemado con los comentarios ignorantes y estúpidos hasta que veo que por fin ponen la foto de Fernando Martín con la camiseta de los Blazers y cuando la quitan, Rudy ya está en el aire en el primer mate. Traducción: aunque, todo hay que decirlo, su primer mate no fue gran cosa, no se vio entero por la tele, con lo que el voto de los espectadores no debería haber contado. Esa fue la primera injusticia.
La segunda injusticia, a mi juicio, fue el voto tan bajo que le dieron en el segundo mate. Es cierto que por haberlo conseguido en el último intento y por haber caído medio de lado, le quitaron puntos, pero había que recordarles a todos que Nate Robinson tuvo como 20 intentos el año que ganó el concurso de mates y precisamente por eso ahora hay un límite de tiempo y luego dos mates más. Además, el pase por la espalda que intentaba Gasol al principio era demasiado complicado y con eso se perdió tiempo. Eso lo debería hacer más bien un base, en vez de un pívot o un ala pívot (se entiende que quería que lo ayudara su compañero de equipo de la selección nacional; espero que Rudy Fernández se sienta un poquito culpable por irse con la novia de vacaciones a San Francisco…).
Hablando de cambiar las reglas, ojalá vuelvan a cambiarlas (una vez más por culpa de Robinson): no me parece justo que sea lícito pegarse un mate saltando sobre la espalda de alguien o apoyándote en su hombro, como hizo el de Nueva York. Por muy bajito que sea, eso no es jugar en igualdad de condiciones.
Howard no estuvo ni mucho menos al nivel del año pasado. El mate en el que subieron la canasta probablemente sólo lo pueden hacer él y Lebron, pero le salió tan fácil que no tuvo gracia. Lo mismo con el que saltó desde la línea de tiros libres. Aun así, sigo pensando que debería haber ganado, simplemente porque los mates de Robinson no fueron legales, aunque nadie le quita, claro, que sus saltos son prácticamente sobrehumanos. Bueno, aquí llega el momento de reconocer que probablemente no soy objetivo: Nate Robinson me cae francamente mal, porque es un engreído y se cree mucho mejor de lo que realmente es (como tantos otros en la NBA), mientras que Howard es un tipo muy educado, divertido y humilde.
Para resumir, Rudy lo hizo muy bien y tiene que estar orgulloso de su segundo mate; no tanto del primero. Yo sólo le pondría un “pero”: me decepcionó un poco el gesto de enfado que hizo al ver los puntos de los jueces, porque se le podría acusar de mal perdedor. Además, el abucheo del público al jurado ya dejó claro que la calificación había sido injusta. Lo que debe hacer, realmente, es pedir que lo apunten al concurso de triples, en el que tendría muchas más posibilidades tanto por sus habilidades como porque allí no importa la popularidad del jugador.
Viendo la excelente actuación de Rudy Fernández en el partido de los novatos, se me ocurrió lo siguiente: se ha equivocado de competición; tenía que haber estado en el concurso de triples.
Como él mismo ha comentado después del concurso, el voto estaba ya decidido. Todo el mundo quería ver al pequeñín de 1:75m., Nate Robinson, contra el gigante Howard, los dos últimos campeones del concurso. De hecho, el comentarista, entre varias otras meteduras de pata, dijo que más le valía a Rudy Fernández hacer algo totalmente espectacular porque nadie sabía quién era y nadie le iba a votar. Inmediatamente, el otro comentarista le corrigió: bueno, pues Howard sí sabe quién es por el mate en su cara en la final de las Olimpiadas.
Para seguir en su tónica de bocazas, el susodicho comentarista, ni corto ni perezoso, espetó algo así como “¡qué lento sale a la cancha Rudy! Debe de ir al ritmo de su país”, a lo que el otro volvió a replicar: “¡Vaya, parece que has conseguido insultar a todo un país!”. Seguimos: se quita la camiseta Rudy para homenajear al fallecido Fernando Martín y el gracioso del comentarista, en vez de informarse (como lo hizo el otro), salta: “Y eso, ¿por quién va? ¿Por Ricky Martin?” Ya empezaba yo a estar un pelín quemado con los comentarios ignorantes y estúpidos hasta que veo que por fin ponen la foto de Fernando Martín con la camiseta de los Blazers y cuando la quitan, Rudy ya está en el aire en el primer mate. Traducción: aunque, todo hay que decirlo, su primer mate no fue gran cosa, no se vio entero por la tele, con lo que el voto de los espectadores no debería haber contado. Esa fue la primera injusticia.
La segunda injusticia, a mi juicio, fue el voto tan bajo que le dieron en el segundo mate. Es cierto que por haberlo conseguido en el último intento y por haber caído medio de lado, le quitaron puntos, pero había que recordarles a todos que Nate Robinson tuvo como 20 intentos el año que ganó el concurso de mates y precisamente por eso ahora hay un límite de tiempo y luego dos mates más. Además, el pase por la espalda que intentaba Gasol al principio era demasiado complicado y con eso se perdió tiempo. Eso lo debería hacer más bien un base, en vez de un pívot o un ala pívot (se entiende que quería que lo ayudara su compañero de equipo de la selección nacional; espero que Rudy Fernández se sienta un poquito culpable por irse con la novia de vacaciones a San Francisco…).
Hablando de cambiar las reglas, ojalá vuelvan a cambiarlas (una vez más por culpa de Robinson): no me parece justo que sea lícito pegarse un mate saltando sobre la espalda de alguien o apoyándote en su hombro, como hizo el de Nueva York. Por muy bajito que sea, eso no es jugar en igualdad de condiciones.
Howard no estuvo ni mucho menos al nivel del año pasado. El mate en el que subieron la canasta probablemente sólo lo pueden hacer él y Lebron, pero le salió tan fácil que no tuvo gracia. Lo mismo con el que saltó desde la línea de tiros libres. Aun así, sigo pensando que debería haber ganado, simplemente porque los mates de Robinson no fueron legales, aunque nadie le quita, claro, que sus saltos son prácticamente sobrehumanos. Bueno, aquí llega el momento de reconocer que probablemente no soy objetivo: Nate Robinson me cae francamente mal, porque es un engreído y se cree mucho mejor de lo que realmente es (como tantos otros en la NBA), mientras que Howard es un tipo muy educado, divertido y humilde.
Para resumir, Rudy lo hizo muy bien y tiene que estar orgulloso de su segundo mate; no tanto del primero. Yo sólo le pondría un “pero”: me decepcionó un poco el gesto de enfado que hizo al ver los puntos de los jueces, porque se le podría acusar de mal perdedor. Además, el abucheo del público al jurado ya dejó claro que la calificación había sido injusta. Lo que debe hacer, realmente, es pedir que lo apunten al concurso de triples, en el que tendría muchas más posibilidades tanto por sus habilidades como porque allí no importa la popularidad del jugador.
25 junio 2008
Biografías de Baloncesto: Fernando Martín (y II)
Fernando Martín y Tom Chambers |
Habíamos terminado la primera parte de la biografía de Fernando Martín con la participación de Fernando en la selección española. En el verano de 1986 jugó con la selección en Mundial de España, en el que el combinado español consiguió un amargo quinto puesto. Días más tarde, el pívot madrileño iniciaría la aventura americana.
La aventura de la NBA
Ese verano, Fernando Martín fichó por los Portland Trail Blazers (su elección por parte de los New Jersey Nets en el draft de 1986 había sido invalidada por haber superado la edad reglamentaria para ser elegido) y se convirtió en el primer español en jugar en la NBA, y en el segundo europeo, tras el búlgaro Georgi Glouchkov, en entrar en la competición estadounidense sin haber jugado previamente en la NCAA.
Con los Trail Blazers, sólo jugó una temporada (1986-87) y su estancia no fue todo lo exitosa que esperaba. Su entrenador, el novato Mike Shuler, apenas le dio oportunidades, y además sufrió varias lesiones (fractura de nariz y artroscopia en una rodilla) que le tuvieron cerca de dos meses apartado de las canchas.
En total, disputó 24 partidos —146 minutos— en los que anotó 22 puntos y capturó 28 rebotes.
A pesar de todo, dio por buena la experiencia americana:
«La adaptación ha sido muy dura, pero estoy plenamente satisfecho porque en realidad he venido aquí para aprender, y cada rebote que cojo es un triunfo».
Regreso a Madrid
En 1987 regresó al Real Madrid. Entre otras cosas, lo hizo porque el conjunto blanco le ofreció un contrato que, en aquél entonces, representaba un auténtico récord: 100 millones de las antiguas pesetas al año. La temporada anterior del Madrid, sin Fernando Martín, había sido desastrosa.
Tras su regreso a España, Martín sólo pudo añadir a su palmarés una Copa Korac (1987) y la Recopa de Europa de 1989, la famosa Recopa de Petrovic.
Fallecimiento
Fernando Martín falleció en Madrid el 3 de diciembre de 1989 tras sufrir un accidente de automóvil cuando se dirigía al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid a presenciar un partido de su equipo ante el CAI Zaragoza. Era baja por lesión para el partido.
Su fallecimiento provocó una auténtica conmoción en el baloncesto español y mundial. A su entierro acudieron representantes de todos los clubs e instituciones, incluidos varios jugadores, como Epi y Audie Norris, su eterno rival en el FC Barcelona.
Curiosidades
- Tras su fallecimiento, el Real Madrid retiró su número (el 10).
- Es miembro, desde el 1 de marzo de 2007, del Salón de la Fama de la FIBA.
- Es el padre del jugador Jan Fernando Martín.
Palmarés
4 Ligas, 1 Campeonato Mundial de Clubes, 2 Recopas, 1 Copa Korac, 3 Copas del Rey y 1 Supercopa de España.
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15 junio 2008
Biografías de baloncesto: Fernando Martín (I)
Hace más de veinte años, Fernando Martín se convirtió en el segundo europeo en jugar en la NBA. Fernando Martín apenas jugó once años al baloncesto, suficientes para llegar a lo más alto a lo que podía llegar un jugador español entonces.
Fernando Martín Espina nació en Madrid el 25 de marzo de 1962. Falleció en Madrid el 3 de diciembre de 1989. Medía 2,05 m de altura y jugaba de pívot.
Sus inicios
Fernando Martín comenzó a jugar al baloncesto cuando ya tenía 15 años. Antes había destacado en otros deportes, como judo, tenis de mesa, balonmano y natación (llegó a ser campeón de Castilla).
Comenzó a jugar al baloncesto en las categorías inferiores del Estudiantes. Con el conjunto colegial se proclamó campeón de España, escolar y juvenil. Como juvenil, y representando a España, consiguió la medalla de plata en el Eurobasket de 1979.
En 1980, todavía en edad júnior, fue incluido en el primer equipo de Estudiantes. En 1981, con 19 años de edad, ya estaba en el cinco inicial del equipo estudiantil, proclamándose subcampeón de Liga, junto a Vicente Gil, Alfonso Del Corral, Juan Carlos López Rodríguez y Slab Jones.
Llegó a firmar un precontrato con el Joventut de Badalona pero acabó fichando por el Real Madrid, que también contrató a su hermano Antonio.
Real Madrid
Fernando Martín se incorporó al Real Madrid en el verano de 1981. Apenas con veinte años ya era el mejor pívot de España y uno de los mejores de Europa.
Con el equipo blanco conquistó cuatro títulos de la Liga ACB (1982, 1984, 1985 y 1986), tres de la Copa del Rey (1985,1986 y 1989), una Recopa (1989) y un Mundial de Clubs (1982). En 1985 fue subcampeón de la Copa de Europa perdiendo la final ante la Cibona de Drazen Petrovic.
En 1985 fue el primer jugador español en ser incluido en el draft. Lo eligieron los New Jersey Nets y viajó a Estados Unidos para disputar el campus de verano con el equipo de la NBA. A su finalización, se le propuso firmar un contrato no garantizado. Fernando lo rechazó, y prefirió seguir un año más en España. Eso le permitiría participar en el Mundobasket que se disputaría en España en 1986 ya que, en aquella época, los jugadores de la NBA no podían participar en las competiciones organizadas por la FIBA.
La selección española
Fue convocado por primera vez por Antonio Díaz-Miguel en 1981. Entre ese año y 1986, cuando se fue a la NBA, disputó un total de 72 partidos con la selección, de la que siempre fue uno de los pilares.
Fue titular del equipo que ganó la medalla de plata en el Eurobasket de Nantes’83, y del que conquistó la histórica medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984.
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23 octubre 2006
Baloncesto blanco, pasado negro
artículo publicado en Libertad Digital (22 de octubre de 2006)
En el año en que se conmemora el 75º aniversario de la sección de baloncesto del Real Madrid (¿Se habían enterado de la efeméride? ¿Han visto el programa de festejos?), el equipo blanco continúa imbatido en sus encuentros oficiales tras una pretemporada igualmente inmaculada. La pretensión de esta temporada, como la de casi todas últimamente, es la de olvidar una temporada sin títulos. Desde que Fernando Martín hiciera las Américas en 1986, convirtiéndose en el primer español en jugar en la NBA, la sección de baloncesto del Real Madrid ha sido campeona de la liga ACB en sólo cuatro ocasiones: dos liderada por Arvidas Sabonis, una en el Palau con Scariolo al mando de la nave y la última con un triple de "San" Alberto Herreros casi sobre la bocina final. El zar lituano lideró también la conquista, en 1997, del título de mejor equipo de Europa. El palmarés se completa con un par de victorias en la Copa del Rey y unas cuantas competiciones europeas de segundo nivel. Muy poco para un equipo respaldado siempre con un gran presupuesto y con la aureola de equipo más laureado del baloncesto FIBA.
Los nada brillantes resultados se han debido a múltiples factores. El más evidente, sin duda, ha sido el incremento de la competencia entre clubes a nivel doméstico e internacional. Pero a nivel interno la falta de una dirección única y estable y la inexistencia de una estructura de club como la que tienen casi todos los equipos ACB han marcado el devenir merengue. Esas carencias se han traducido, de cara al aficionado, en un continuo baile de rostros de directivos profesionales, de entrenadores y no digamos ya de jugadores. Los distintos presidentes de la entidad han visto el baloncesto como un mal necesario, un problema a sortear. Antes las victorias blancas en el basket podían suponer un bálsamo con el que sobrellevar una mala temporada futbolera. Ahora el equipo de baloncesto es otro quebradero de cabeza más. En cada elección presidencial los candidatos lanzan propuestas "para relanzar" la sección, pero los vencedores, una vez instalados en la poltrona, pasan el balón naranja al primero que se descuida. ¿Para cuándo el pabellón madridista? ¿La recalificación de la Ciudad Deportiva no afectó también al Raimundo Saporta?
Ante la falta de ideas y la incapacidad para estructurar la sección el recurso siempre fue poner un montón de billetes ante la figura de turno. Pagaba el fútbol. Esa solución ya dejó de funcionar hace tiempo ante la superioridad económica de muchos clubes europeos. El Madrid muy pocas veces consigue vencer en una puja por un jugador; todos los veranos tenemos unos cuantos ejemplos. Ni siquiera se consigue atraer a los mejores entrenadores porque en el banquillo de Vistalegre las Fallas se celebran cada junio. Este año se ha tenido que confiar -parece que no quedaba otra opción- en un entrenador sin caché. Un director de orquesta que se ha ganado ya el puesto, que está haciendo jugar al equipo, que está repartiendo las responsabilidades y los minutos de juego entre sus pupilos. Veremos si el crédito que se ha ganado Joan Plaza le dura más que a sus predecesores y esperemos que a los primeros reveses no se ponga en solfa su capacidad. Otra agradable sorpresa la ha supuesto el fichaje –no sabemos si buscado o impuesto por las obligadas cuotas– de Raúl López y Alex Mumbrú. Dos jugadores con pasado blanco con los que la afición se puede identificar fácilmente. Antonio Martín y Alberto Herreros tienen trabajo por delante para volver a situar, con visos de permanencia, al Real Madrid en los primeros puestos del baloncesto continental ¿Liderará el Madrid, como lo hizo con Saporta, el cambio necesario que necesita el basket europeo? Primero hay que hacer los deberes en casa.
En el año en que se conmemora el 75º aniversario de la sección de baloncesto del Real Madrid (¿Se habían enterado de la efeméride? ¿Han visto el programa de festejos?), el equipo blanco continúa imbatido en sus encuentros oficiales tras una pretemporada igualmente inmaculada. La pretensión de esta temporada, como la de casi todas últimamente, es la de olvidar una temporada sin títulos. Desde que Fernando Martín hiciera las Américas en 1986, convirtiéndose en el primer español en jugar en la NBA, la sección de baloncesto del Real Madrid ha sido campeona de la liga ACB en sólo cuatro ocasiones: dos liderada por Arvidas Sabonis, una en el Palau con Scariolo al mando de la nave y la última con un triple de "San" Alberto Herreros casi sobre la bocina final. El zar lituano lideró también la conquista, en 1997, del título de mejor equipo de Europa. El palmarés se completa con un par de victorias en la Copa del Rey y unas cuantas competiciones europeas de segundo nivel. Muy poco para un equipo respaldado siempre con un gran presupuesto y con la aureola de equipo más laureado del baloncesto FIBA.
Los nada brillantes resultados se han debido a múltiples factores. El más evidente, sin duda, ha sido el incremento de la competencia entre clubes a nivel doméstico e internacional. Pero a nivel interno la falta de una dirección única y estable y la inexistencia de una estructura de club como la que tienen casi todos los equipos ACB han marcado el devenir merengue. Esas carencias se han traducido, de cara al aficionado, en un continuo baile de rostros de directivos profesionales, de entrenadores y no digamos ya de jugadores. Los distintos presidentes de la entidad han visto el baloncesto como un mal necesario, un problema a sortear. Antes las victorias blancas en el basket podían suponer un bálsamo con el que sobrellevar una mala temporada futbolera. Ahora el equipo de baloncesto es otro quebradero de cabeza más. En cada elección presidencial los candidatos lanzan propuestas "para relanzar" la sección, pero los vencedores, una vez instalados en la poltrona, pasan el balón naranja al primero que se descuida. ¿Para cuándo el pabellón madridista? ¿La recalificación de la Ciudad Deportiva no afectó también al Raimundo Saporta?
Ante la falta de ideas y la incapacidad para estructurar la sección el recurso siempre fue poner un montón de billetes ante la figura de turno. Pagaba el fútbol. Esa solución ya dejó de funcionar hace tiempo ante la superioridad económica de muchos clubes europeos. El Madrid muy pocas veces consigue vencer en una puja por un jugador; todos los veranos tenemos unos cuantos ejemplos. Ni siquiera se consigue atraer a los mejores entrenadores porque en el banquillo de Vistalegre las Fallas se celebran cada junio. Este año se ha tenido que confiar -parece que no quedaba otra opción- en un entrenador sin caché. Un director de orquesta que se ha ganado ya el puesto, que está haciendo jugar al equipo, que está repartiendo las responsabilidades y los minutos de juego entre sus pupilos. Veremos si el crédito que se ha ganado Joan Plaza le dura más que a sus predecesores y esperemos que a los primeros reveses no se ponga en solfa su capacidad. Otra agradable sorpresa la ha supuesto el fichaje –no sabemos si buscado o impuesto por las obligadas cuotas– de Raúl López y Alex Mumbrú. Dos jugadores con pasado blanco con los que la afición se puede identificar fácilmente. Antonio Martín y Alberto Herreros tienen trabajo por delante para volver a situar, con visos de permanencia, al Real Madrid en los primeros puestos del baloncesto continental ¿Liderará el Madrid, como lo hizo con Saporta, el cambio necesario que necesita el basket europeo? Primero hay que hacer los deberes en casa.
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