Otra vez han sacado los puños a pasear en la
NBA. Esta vez el lugar elegido ha sido el templo del pugilismo, el
Madison Square Garden. El partido de ayer sábado entre los Knicks y los Nuggets acabó con diez jugadores expulsados, entre ellos el máximo anotador de la competición
Carmelo Anthony, que le atizó un poco al estilo "que te pego leche" a un rival antes de salir corriendo para evitar ser objeto del mismo ritual barriobajero.
La pelea empezó por una falta cometida por el novato de los Knicks,
Mardy Collins, que estaba, como sus compañeros, pelín mosqueado por la paliza que estaban recibiendo por parte de Denver. En el momento de la pelea faltaba algo más de un minuto para el final del partido y Denver ganaba por una veintena de puntos, mientras George Karl –aquel entrenador del Real Madrid– seguía con su quinteto inicial en cancha, a pesar de lo abultado del resultado. Contravenir una regla no escrita del
basket parece que no gustó nada a los chicos de Thomas.
No se veía nada parecido en la NBA desde que, hace dos temporadas, algunos jugadores de los Pacers decidieron, visto que no podían seguir sacudiéndose con sus rivales, saltar a las gradas y zumbar, emulando a Eric Cantona, a los aficionados de Detroit. Después de aquella trifulca la NBA, o sea Stern, tomó la decisión de limpiar la imagen de la liga imponiendo una serie de medidas que impidiesen, en el futuro, que los jugadores tuviesen inclinaciones boxísticas. Después de lo de anoche tendrán que volver a tirar de repertorio legal, si es que se dejaron algo en el tintero, o pensar si lo que puede, a veces, hacer templar los ánimos es tocar los bolsillos recurriendo a las sanciones económicas; a ver cuando se deciden a hacerlas proporcionales a los salarios.
Para los despistados que, después de contemplar el edificante espectáculo navideño de la NBA, busquen en las parrillas televisivas los horarios del
Torneo de Navidad del Real Madrid, les comunicamos que el de este año ya se celebró... en septiembre. Si, ese torneo, con más de cuatro décadas de historia, repleto de momentos y de nombres y equipos ilustres, como la visita de North Carolina, la imagen de un joven Sabonis destrozando el tablero o el debut de José Biriukov. Sí, ese torneo tan tradicional que constituía casi la única posibilidad de ver deporte por televisión en Navidad. Ya solamente nos quedará el tradicional petardo de los saltos alpinos para sobrellevar la resaca de año nuevo.
La caída del muro nos dejó sin la visita de la selección de la URSS, poco proclive a celebraciones navideñas, y el resto de equipos con tirón prefirieron quedarse en casa. Al menos era eso lo que nos contaban para justificar que los rivales fueran cada vez peores. La decisión más fácil fue la de cambiar de fechas; de ese modo el Real Madrid comenzó esta temporada enfrentándose al Lietuvos Rytas que, a pesar de ser el campeón lituano y de jugar en la ULEB, extrañamente no pareció llamar la atención del aficionado, o sea exactamente igual que cualquier sparring navideño en los últimos años. El Torneo de Navidad ha pasado a la historia; el Memorial Fernando Martín-Raimundo Saporta merecería tener mejor suerte.