Imagen vía Wikipedia
Ante la perspectiva de que tenga lugar el segundo cierre patronal de la historia de la NBA algunos jugadores se están poniendo las pilas, y es que de confirmarse la no celebración de la temporada que viene los que más tienen que perder son los jugadores (a unas cuantas franquicias no les vendrá mal el cierre dada su situación económica).Los más veteranos todavía recuerdan los estragos del anterior cierre, en la temporada 1998-99, y las cosas están ahora peor que entonces, al menos para los jugadores que tienen contrato de rookies. Hace doce años las nuevas estrellas tenían a su alcance la posibilidad de firmar cuantiosos contratos al llegar a la liga, pero ahora los contratos de los novatos están regulados con lo cual son pocos los que se podrán permitir vivir un año sin pegar golpe a poco que se pasen un poquito con algunos caprichos (ya, a mí también me gustaría ganar en un año lo que gana el jugador peor pagado de la NBA y ajustarme un poco el cinturón durante unos meses).
Entre los novatos también hay clases, así que no es lo mismo la situación de Kevin Love, con sus varios patrocinadores, que la de los jugadores que el GM del año fichó para completar la plantilla (aunque ciertos el pago de ciertos patrocinios está ligado al número de partidos jugados). Además, como bien es sabido, hay muchos jugadores que no son precisamente unos magos a la hora de llevar sus finanzas.
El tema económico tampoco es el único al que deberían prestar atención los jugadores. Al tener prohibido el acceso a las instalaciones de los equipos y la comunicación con los preparadores físicos, el conseguir mantener durante todo un año el estado físico supone un reto más. En algunos casos se ha planteado la posibilidad de que las ligas europeas acojan a los profesionales que quieran mantener su nivel de físico y de juego (evidentemente no podrán muchos) además de ganarse un dinerillo, pero esa posibilidad está por verse por razones de índole legal.
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