Parece que fue ayer cuando Allen Iverson anunció a toda la galaxia que se retiraba. Pues no, no fue ayer sino hace una semana. Entonces ya nos olíamos la tostada, pero el cálculo era que por lo menos esperaría a comerse el turrón en casita. Total, que le han entrado las prisas y vuelve a los Sixers, de donde nunca debería haber salido.
Dados los motivos aludidos por Iverson para largarse de Memphis sin despedirse siquiera del casero, es de suponer que en el contrato recién firmado los Sixers le habrán prometido un mínimo de cuarenta minutos por partido, el título de campeones, un sueldo de estrella y sesiones gratis con el psicólogo más famoso de Pensilvania. En todo caso, lo de los motivos para la espantada tampoco los tenía muy claros: un vistazo a la clasificación de la NBA nos indica que ha salido de Guatemala para meterse en Guatepeor.
Imaginemos que las cosas no ruedan en Philly según lo previsto y chupa banquillo como en Memphis. Uno pensaría que Iverson se tendría que comer su orgullo, aunque sólo fuese por vergüenza torera. ¿Apuestas?
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