El plan para este año era acudir a Oakland para ver un puñado de partidos de los Golden State Warriors, preferiblemente contra equipos en los que jugasen españoles, además de los Spurs de San Manu Ginobili. Tocaba evitar la pereza que siempre supone cruzar la bahía e ir en BART a una ciudad con uno de los índices de criminalidad más altos de Estados Unidos. Y, en estas, llegó el lockout y jodió el invento.
Con el cierre patronal ya atrás, el inicio de la temporada coincidía con las Navidades y los viajes ya estaban planeados así que tocaba esperar hasta finales de enero, como pronto, aunque pedí los pases de prensa con antelación (gracias a Santi Rodríguez y a Solobasket.com). El primer partido elegido había sido el de los Thunders a comienzos de febrero, con Serge Ibaka como aliciente. Pasó diciembre, pasó enero y el bendito correo electrónico de confirmación que no llegaba.
Viendo la Super Bowl -por la tele, ¡eh!- comenté a un amigo que faltaban dos días para el partido contra los Thunders y no sabía se iba a poder ir, a lo que me respondió que, si quería, podía ir con él a un palco, con comida y bebida por la cara. Hmmm... El de los Thunders era el primer partido de la NBA que podía ver in situ a menos de un kilómetro de distancia, aunque evidentemente los palcos no están a pie de pista. Allí me presenté.
Una vez en el palco, pendiente de todo menos del partido -estoy seguro de que será la última vez que me vea en una de estas-, oí un comentario despectivo sobre el fútbol no-americano; respondí; alguien se tiró el rollo y dijo que fue a la final de la Eurocopa 2008 porque el día antes estaba aburrido (el viaje a Alemania desde San Francisco dura unas 12 horas de avión y en cuanto al billete de avión y las entradas... en fin...)...
En el descanso me enteré de que esos con los que había estado hablando de fútbol eran los fundadores de YouTube... (los del vídeo de abajo).
¿El partido? Definitivamente, el baloncesto se ve mejor sin distracciones.
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