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08 agosto 2007

"Si Bird fuese negro, sería solamente otro buen jugador"


En la final de la conferencia este de la NBA de la temporada 1986-87, los Pistons de Detroit habían sido derrotados, después de una disputada serie que llegó al séptimo partido, por los Boston Celtics, que eran los vigentes campeones de la NBA. Fue la serie en la que, en el quinto partido, se produjo el famoso robo de Bird y la consiguiente canasta de Dennis Johnson.

Después del partido, el entonces rookie de los Pistons Dennis Rodman no tuvo mejor ocurrencia que decir que Larry Bird estaba sobrevalorado, porque era blanco. Cuando los periodistas fueron con el cuento a Isiah Thomas, ya entonces una megaestrella, se rió ante la pregunta y seguidamente soltó: "Si fuese negro solamente sería otro buen jugador". Un grave error propio de un novato pero no de un jugador asentado en la liga.

Los Celtics se habían clasificado para la final de la NBA contra los Lakers, pero todo el país, incluso fuera del ámbito del baloncesto, no hablaba nada más que de las palabras de Thomas.

Durante una reunión de los Celtics en un hotel de Los Ángeles, donde se encontraban preparando la final, sonó el teléfono y K.C. Jones pasó el teléfono a Bird. Era Isiah Thomas llamando para disculparse. Al parecer Larry Bird no le había dado demasiada importancia al tema hasta entonces. Fue al oír la voz del base de Detroit cuando se dio cuenta que algo estaba sucediendo. Durante la conversación trató de intentar tranquilizar a Thomas y convencerle de que no había pasado nada. Después, sí le pidió algo: que llamase a mamá Bird, una gran seguidora de Indiana University y de Thomas cuando jugaba para los hoosiers.

La NBA, como siempre preocupada por su imagen y por todo lo que tiene que ver con ella, llevó a Thomas a Los Angeles para una conferencia de prensa a la que entró acompañado de Larry Bird. Al parecer, los periodistas no se calmaron, después de haber centrado sus preguntas y correspondientes palos en Thomas, hasta que Bird decidió levantarse e irse proclamando que ya había oído todo lo que necesitaba oír, que el tema ya estaba aclarado con Isiah y que lo que tocaba en aquel momento era concentrarse y prepararse para la final ante los Lakers.

La realidad es que, desde que pronunció esas palabras, la reputación de Thomas se resintió durante toda su carrera en la NBA. Los mal pensados pudieron pensar luego que Bird mintió cuando le quitaba hierro al asunto y que, en realidad, se la estuvo guardando a Thomas durante mucho tiempo hasta que, como directivo de los Pacers, le echó del banquillo del equipo de Indiana.

19 julio 2007

Entrenando a Jordan

Bobby Knight
«Pensaba que ganaríamos. Pensaba que deberíamos ganar. Estaba convencido de que teníamos que ganar. Y nunca volveré a tener un honor tan grande». Bobby Knight resumía, de esta manera, sus sensaciones durante los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84. En aquella cita su camino se cruzó con el del mejor jugador de la historia.

En la primavera de 1984 Knight llevó setenta y cuatro jugadores a Bloomington (Indiana) para llevar a cabo el proceso de selección del equipo olímpico de Estados Unidos. Entre la gente de la NBA que ayudaron a aquel grupo se encontraba Jerry Colangelo. Se fueron realizando sucesivos cortes en el grupo, primero se quedaron treinta y dos jugadores, luego veinte, luego dieciséis, hasta los doce que se colgarían el oro.


La primera vez que Bobby Knight tuvo al grupo de los elegidos se dirigió a ellos: «Chicos, tenéis que tener fe en nosotros, la gente que os vamos a preparar. Si no pensáis que no habéis estado nunca mejor preparados para jugar al baloncesto, quiero que me lo digáis, porque tendremos que hacer algo para asegurarnos de que lo estéis». Ese mismo día, el entrenador de Indiana entregó a los doce miembros de su equipo una fotografía de Doug Blubaugh, por aquel entonces entrenador de lucha de la Universidad de Indiana y que ganó la medalla de oro en su especialidad en los Juegos Olímpicos de Roma 60. «Quiero que llevéis esta foto en vuestro bolsillo, a donde quiera que vayáis y estéis haciendo lo que estéis haciendo, hasta que tengáis la medalla de verdad». También les entregó otra fotografía más grande para que la tuviesen sobre cada cama en que durmiesen hasta el momento de la victoria final.

La primera vez que Knight oyó hablar de Michael Jordan fue al final del verano de 1981, cuando fue elegido seleccionador del equipo olímpico. «La primera persona que me habló de él fue mi hijo Tim, me dijo que había un chico, que la Universidad de North Carolina acababa de fichar, que sería el mejor jugador del país». Poco después preguntó a Dean Smith, durante una conversación telefónica, que qué tal era «ese Michael Jordan». Dean sólo le contestó que creía que podía llegar a ser un muy buen jugador y que deseaba que la esperanza de Tim Knight se cumpliese.

Cuando llegó el momento de la verdad, Jordan tuvo que escuchar al seleccionador dirigirse a él en los términos en los que Bobby Knight se dirigía a sus jugadores: «Vas a ser el líder del equipo, eres el mejor jugador, así que esperaré más de ti y también te pediré más. Pero a veces te echaré la bronca cuando no lo merezcas. Simplemente estaré dándole un mensaje a alguien más». El entrenador de Indiana tenía claro a quién tenía delante: «El tío era increíble. Cualquier cosa que hubiese que hacer él la podía hacer. Siempre podía meter una marcha más. Para mí, sin discusión, ha sido el mejor jugador de la historia».

Cuando llegó el momento del draft todo el mundo sabía que Houston, que tenía la primera elección, iba a elegir a Akeem Olajuwon. Stu Inman, de los Trail Blazers, comentó a Knight que se inclinaban a elegir a Sam Bowie, de Kentucky. Knight aconsejó a su amigo «tienes que elegir a Jordan». Inman le dijo que necesitaban a un “center”, a lo que Bobby Knight replicó: «Vale, pues ponle a jugar de cinco. Nadie le puede defender. Es el mejor jugador que hay». La verdad es que, aquella noche, los directivos de Chicago también estaban desilusionados por no haber podido elegir a ninguno de los dos primeros jugadores del draft.

La noche de la final olímpica, cuando Knight entró en el vestuario los jugadores estaban ya sentados. Cuando se volvió hacia la pizarra vio que había una nota, justo en el medio, que decía: «Entrenador, no se preocupe. Hemos tenido que soportar demasiada mierda como para perder ahora». No había duda de quién había sido el autor de la nota. «Todo el mundo estaba mirándome. Michael tenía la cabeza agachada, pero no pudo resistir mirar para ver qué iba a hacer yo. Todo lo que dije fue:

«OK, a jugar».

Publicado en Basket Confidencial, Solobasket y Zona Mixta.